Federico Trillo es un buen ejemplo de la moralidad y ética de los miembros del Opus (de los sinvergüenzas, no de los miembros víctimas del Opus).
Con este artículo se dá un perfil aproximado de este político del Opus:
Trillo o la justicia según el PP
La imagen cuidada, algo antigua, de Federico Trillo Figueroa (Cartagena, 1952), su verbo afilado y su afición ora a las citas shakespearianas ora a la prepotencia encubierta de sentido del humor, podría divertir a quienes le rodean sino fuese un político en activo, ex presidente del Congreso, ex ministro de Defensa y portavoz de Justicia en el PP.
Pero, además, porque Federico Trillo es el protagonista ejecutor con la venia del entonces presidente José María Aznar de una de las tramas más enrevesadas, falseadas y oscurantistas de la democracia española. Una trama engendrada para dar carpetazo a la peor tragedia militar de nuestra historia, que se llevó la vida de 62 militares en Turquía el 26 de mayo de 2003 en un accidente que, a tenor de los datos y de los errores ya admitidos, se podría haber evitado.
El PP, en una maniobra que tiene perpleja a la clase política, salvo a los suyos, ha convertido en ariete del Gobierno en temas de Justicia ni más ni menos que a este "monumento a la cobardía y la doble moral", como lo tachó un alto mando militar que lo "sufrió" en su etapa de ministro.
El supernumerario del Opus Dei, el hombre de misa diaria que relevó a personal del Ministerio por quedarse encerrado en un ascensor o por no poder celebrar su oficio cotidiano en un país árabe aunque llevase su fiel reclinatorio consigo es el rostro de la justicia conservadora.
El "dolor" del ex ministro
"Señorías, nadie en esta Cámara ni fuera de ella, después de las familias, ha sentido más que yo el dolor por esas 62 muertes. Ese dolor me ha acompañado durante todos los días de mi mandato como ministro y me acompañará durante toda mi vida; el dolor por esos 62 militares españoles (...). Tengan por seguro que les hablo de corazón".
Así se pronunció Trillo ante el pleno del Congreso, en una intervención inesperada en octubre de 2004, después de que el ministro socialista José Bono expusiese con información muy concreta que su antecesor y sólo él era el responsable de ignorar, por un lado, las malas condiciones del avión y, por otro, de apresurar una identificación con un resultado desastroso: 30 cadáveres incompletos introducidos precipitada y erróneamente en los ataúdes para un funeral con fecha fijada pocas horas después del accidente, el 28 de mayo en Madrid. En el momento de su intervención, el rostro grave y compungido de Trillo mirando a los diputados y congraciándose con su sucesor trataba, tal vez, de convencer a alguien de su dolor eterno.
Sin embargo, los hechos que van desde el accidente hasta el pleno dolorido, y que cualquiera puede consultar en las hemerotecas, ya no engañan a nadie. A los pocos días del accidente del Yak-42 en 2003, en una entrevista en la Ser, Trillo se comprometió a "aclarar todo lo ocurrido, investigar todas las responsabilidades y asumir todas sus consecuencias cuando la investigación haya concluido". Las familias de las víctimas siguenesperando.
Pocos días después del siniestro, los familiares pedían una comisión de investigación parlamentaria y Federico Trillo bendecía su reivindicación asegurando que "debía ser rechazada", porque lo único que pretendían era "paliar su dolor irreparable" .
Y mientras ellos lloraban a los suyos, el ministro de Defensa utilizaba en julio de 2003 un editorial de la Revista Española de Defensa que pagan todos los españoles y también los parientes de los 62 militares muertos para jugar a los acrósticos y desvelar cuáles eran, a su juicio, las causas del accidente: "El responsable definitivo es el EMAD [Estado Mayor de la Defensa]". Porque ya lo decía su venerado Escrivá de Balaguer: "De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan hasta la vida eterna".